También forma parte de la novelas
de ambiente rural “Los santos inocentes” (1981). En esta ocasión nos lleva al
mundo de los grandes latifundios extremeños y en particular a un cortijo donde
se dan cita el egoísmo de los señores (casi nobles feudales en la posguerra) y
la miseria de los braceros y criados (auténticos siervos).
Tal vez el personaje
más entrañable sea Azarías, un retrasado mental que, ya viejo, es despedido del
cortijo donde trabajaba y se va a vivir al cortijo donde sirve su hermana, la
Régula. Allí su tarea favorita es cuidar de la “milana”, una graja a la que da
ese nombre en recuerdo de un búho que tuvo en otro tiempo. Cada capítulo de esta
novela viene a ser como una sola frase -no hay puntos- en la que se insertan
los diálogos con una disposición tipográfica original.
los
jóvenes, digo, Ministro, no saben ni lo que quieren, que en esta bendita paz
que disfrutamos les ha resultado todo demasiado fácil, una guerra les daba yo,
tú me dirás, que nunca han vivido como viven hoy, que a nadie le faltan cinco
duros en el bolsillo, que es lo que yo
pienso, que el tener les hace orgullosos, que ¿qué diréis que me hizo el
muchacho de Paco esta tarde?,
y el Ministro le miraba con el rabillo del ojo,
mientras devoraba con apetito el solomillo y se pasaba cuidadosamente la
servilleta blanca por los labios,
tú dirás,
y el señorito Iván,
muy
sencillo, al acabar el cacerío, le largo un billete de cien, veinte duritos,
¿no?, y él, deje, no se moleste, que yo, te tomas unas copas, hombre, y él,
gracias, le he dicho que no, bueno, pues no hubo manera, ¿qué te parece?, que
yo recuerdo antes, bueno, hace cuatro días, su mismo padre, Paco, digo,
gracias, señorito Iván, o por muchas veces, señorito Iván, otro respeto, que se diría que hoy a
los jóvenes les molesta aceptar la jerarquía, pero es lo que yo digo, Ministro,
que a lo mejor estoy equivocado, pero el que más y el que menos todos tenemos que acatar una jerarquía,
unos debajo y otros arriba, es ley de vida, ¿no?
y la concurrencia quedó unos minutos en suspenso,
mientras el Ministro asentía y masticaba, sin poder hablar, y, una vez que
tragó el bocado, se pasó delicadamente la servilleta blanca por los labios y
sentenció,
la crisis
de autoridad afecta hoy a todos los niveles,
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y al personarse Paco con los demás, el señorito Iván
adoptó el tono didáctico del señorito Lucas para decirle al francés,
mira,
René, a decir verdad, esta gente era analfabeta en tiempos, pero ahora vas a
ver, tú, Paco, agarra el bolígrafo y escribe tu nombre, haz el favor, pero bien
escrito, esmérate,
se abría en sus labios una sonrisa tirante,
que
nada menos está en juego la dignidad nacional,
y toda la mesa pendiente de Paco, el hombre, y don
Pedro, el Périto, se mordisqueó la mejilla y colocó su mano sobre el antebrazo
de René,
lo
creas o no, René, desde hace años en este país se está haciendo todo lo
humanamente posible para redimir a esta gente,
y el señorito Iván,
¡chist!, no le distraigáis ahora
y Paco, el Bajo, coaccionado por el silencio
expectante, trazó un garabato en el reverso de la factura amarilla que el
señorito Iván le tendía sobre el mantel, comprimiendo sus cinco sentidos,
ahuecando las aletillas de su chata nariz, una firma tembloteante e ilegible y,
cuando concluyó, se enderezó y devolvió el bolígrafo al señorito Iván y el
señorito Iván se lo entregó al Ceferino y (…)
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pero la Nieves se mostraba terca, no se resignaba y,
en vista de la actitud pasiva de don Pedro, el Périto, apeló a doña Purita,
señorita, he cumplido catorce años y siento por aquí dentro como unas
ansias,
y, de primeras, doña Purita, la observó con estupor,
y, luego, abrió una boca muy roja, muy recortada, levemente dentuna, .
¡qué
ocurrencias, niña! ¿no será un zagal lo que tú te estás necesitando?,
y estalló en una risotada y repitió,
¡qué
ocurrencias!
y, desde entonces, el deseo de la Nieves se tomó en
la Casa de Arriba y la Casa Grande como un despropósito, y se utilizaba como un recurso, y cada vez
que llegaban invitados, del señorito Iván y la conversación, por pitos o por
flautas, languidecía o se atirantaba, doña Purita señalaba para la Nieves con
su dedo índice, sonrosado, pulcrísimo y exclamaba,
pues
ahí tienen a la niña, ahora le ha dado conque quiere hacer la Comunión
y, en torno a la gran mesa, una exclamación de
asombro y miradas divertidas y un sostenido murmullo, como un revuelo, y en la
esquina, una risa sofocada, y, tan pronto salía la niña, el señorito Iván,
la
culpa de todo la tiene este dichoso Concilio,
Cinco horas con Mario
(1966) marca una nueva etapa en la narrativa de Delibes; de un lado muestra su
dominio de las modernas técnicas de novelar; del otro, evidencia un sentido
crítico más profundo y mayor compromiso con la realidad social del momento. La
obra aparece estructurada en tres partes: acaba de morir Mario, catedrático de
Instituto, de mediana edad; la esquela recoge los datos circunstanciales;
asistimos al duelo, las visitas y los pésames. La parte central -a la que
pertenece el fragmento- corresponde a las cinco horas en las que la viuda
(Carmen) vela el cadáver, al tiempo que rememora -mediante un largo soliloquio-
los años pasados en común, dejando entrever la profunda diferencia ideológica y
humana que existía entre ambos.
Pero tú les das demasiadas alas a los niños, Mario, y con los niños hay
que ser inflexibles, que aunque de momento les duela, a la larga lo agradecen.
Mira, Mario, veintidós años y todo el día de Dios leyendo o pensando, y leer y
pensar es malo, cariño, convéncete, y sus amigos ídem de lienzo, que me dan
miedo, la verdad. No nos engañemos, Mario, pero la mayor parte de los chicos
son hoy medio rojos, que yo no sé lo que les pasa, tienen la cabeza loca, llena
de ideas estrambóticas sobre la libertad y el diálogo y esas cosas de que
hablan ellos. ¡Dios mío, hace unos años, acuérdate! Ahora no le hables a un
muchacho de la guerra, Mario, y ya sé que la guerra es horrible, cariño, pero al fin y al cabo es oficio de valientes, que de los españoles dirán que hemos
sido guerreros, pero no nos ha ido tan mal me parece a mí, que no hay país en
el mundo que nos llegue a los talones, y le oyes a papá, “máquinas, no; pero valores
espirituales y decencia para exportar”. Y tocante a valores religiosos, tres
cuartos de lo mismo, Mario, que somos los más católicos del mundo y los más
buenos, que hasta el Papa lo dijo, mira en otros lados, divorcios y adulterios,
que no conocen la vergüenza ni por el forro. Aquí, gracias a Dios, de eso,
fuera de cuatro pelanduscas, nada, tú lo sabes, mírame a mí, es que ni se me
pasa por la imaginación, ¿eh?, no hace falta que te lo diga, porque ocasiones,
ya ves Eliseo San Juan, qué persecución la de este hombre, “qué buena estás,
qué buena estás, cada día estás más buena”, es una cosa mala, pero él lo dice
por decir, a ver, de sobras sabe que pierde el tiempo, a buena parte va,
¡menuda! Y Eliseo no está nada mal, mira Valen, “como animal no tiene
desperdicio”, que es un tipazo, ya ves qué cosas, pero yo ni caso, como si no
fuese conmigo, ni por Eliseo ni por San Eliseo, te lo juro. “Los principios son
los principios”.
1.- Explica el significado de las frases subrayadas.
2.- Indica la frase del texto que expresa los siguientes conceptos:
- Los padres tienen que ser severos.
- Reflexionar no es sano.
- Los jóvenes actuales son de izquierdas.
- España, aunque pobre, es un país rico espiritualmente.
- A excepción de unas pocas mujeres de mala vida.
- Es muy atractivo físicamente.
3.- Resume las ideas de Carmen, relaciónalas con la época en la que vive y caracteriza la ideología de esta mujer.
4.- ¿Cuál será la intención del autor con este texto?
1.- Explica el significado de las frases subrayadas.
2.- Indica la frase del texto que expresa los siguientes conceptos:
- Los padres tienen que ser severos.
- Reflexionar no es sano.
- Los jóvenes actuales son de izquierdas.
- España, aunque pobre, es un país rico espiritualmente.
- A excepción de unas pocas mujeres de mala vida.
- Es muy atractivo físicamente.
3.- Resume las ideas de Carmen, relaciónalas con la época en la que vive y caracteriza la ideología de esta mujer.
4.- ¿Cuál será la intención del autor con este texto?
En teniendo con qué alimentarnos y con qué cubrirnos, estemos con eso
contentos. Los que quieren enriquecerse caen en tentaciones, en lazos y en
muchas codicias locas y perniciosas que hunden a los hombres en la perdición y
en la ruina, porque la raíz de todos los males es la avaricia, y por eso mismo
me será muy difícil perdonarte, cariño, por mil años que viva, el que me
quitases el capricho de un coche. Comprendo que a poco de casarnos eso era un
lujo, pero hoy un Seiscientos lo tiene todo el mundo, Mario, hasta las porteras
si me apuras, que a la vista está. Nunca lo entenderás, pero a una mujer, no sé
cómo decirte, le humilla que todas sus amigas vayan en coche y ella a patita,
que, te digo mi verdad, pero cada vez que Esther o Valentina o el mismo
Crescente, el ultramarinero, me hablaban de su excursión del domingo me
enfermaba, palabra. Aunque me esté mal decirlo, tú has tenido la suerte de dar
con una mujer de su casa, una mujer que de dos saca cuatro y te has dejado
querer, Mario, que así qué cómodo, que
te crees que con un broche de dos reales o un detallito por mi santo ya está
cumplido, y ni hablar, borrico, que me he hartado de decirte que no vivías en
el mundo pero tú, que si quieres. Y eso, ¿sabes lo que es, Mario? Egoísmo puro, para que te enteres, que ya sé
que un catedrático de Instituto no es un millonario, ojalá, pero hay otras
cosas, creo yo, que hoy en día nadie se conforma con un empleo. Ya, vas a
decirme que tú tenías tus libros y “El Correo”, pero si yo te digo que tus
libros y tu periodicucho no nos han dado más que disgustos, a ver si miento, no
me vengas ahora, hijo, líos con la censura, líos con la gente y, en sustancia,
dos pesetas. Y no es que me pille de
sorpresa, Mario, porque lo que yo digo, ¿ quién iba a leer esas cosas tristes
de gentes muertas de hambre que se revuelcan en el barro como puercos?. Vamos a
ver, tú piensa con la cabeza, ¿quién iba a leer ese rollo de “El Castillo de
Arena” donde no hablas más que de filosofías? Tú mucho con que si la tesis y el
impacto y todas esas historias, pero ¿quieres decirme con qué se come eso? A la
gente le importan un comino las tesis y los impactos, créeme, que a ti,
querido, te echaron a perder los de la tertulia, el Aróstegui y el Moyano, ese
de las barbas, que son unos inadaptados.
1.- Explica el significado de las palabras o frases subrayadas.
2.- Indica la frase del texto que expresa los siguientes conceptos:
- Una mujer ahorradora.
- Actualmente todos tienen más de un trabajo.
- La cultura no da de comer sino problemas.
- Historias propias de la novela social.
3.- Resume las ideas de Carmen, relaciónalas con la época en la que vive y caracteriza la ideología de esta mujer.
2.- Indica la frase del texto que expresa los siguientes conceptos:
- Una mujer ahorradora.
- Actualmente todos tienen más de un trabajo.
- La cultura no da de comer sino problemas.
- Historias propias de la novela social.
3.- Resume las ideas de Carmen, relaciónalas con la época en la que vive y caracteriza la ideología de esta mujer.
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