miércoles, 31 de enero de 2018

FRAGMENTO DE “EL PÚBLICO” DE GARCÍA LORCA


(Luchan. El Hombre 2.° empuja al Hombre 3.° y desaparecen por el lado opuesto. El muro se abre y aparece el sepulcro de Julieta en Verona. Decoración realista. Rosales y yedras. Luna. Julieta está tendida en el sepulcro. Viste un traje blanco de ópera. Lleva al aire sus dos senos de celuloide rosado.)
Lee el fragmento siguiente:

martes, 30 de enero de 2018

EL TEATRO DE GARCÍA LORCA: TEMAS, FUENTES, ESTÉTICA Y ETAPAS.

El teatro de Lorca

Aquí tenéis un resumen de los temas, la estética, los géneros cultivados y las etapas del teatro lorquiano.

                                                  Lorca y su grupo de teatro "La barraca".

lunes, 29 de enero de 2018

martes, 23 de enero de 2018

ESCENA6ª LUCES DE BOHEMIA

MAX: ¡Canallasl. ¡Asalariados! ¡Cobardes!
VOZ FUERA: ¡Aún vas a llevar mancuerna!
MAX: ¡Esbirro!
Sale de la tiniebla el bulto del hombre morador del calabozo. Bajo la luz se le ve esposado, con la cara llena de sangre.
EL PRESO: ¡Buenas noches!
MAX: ¿No estoy solo?
EL PRESO: Así parece.
MAX: ¿Quién eres, compañero?
EL PRESO: Un paria.
MAX: ¿Catalán?
EL PRESO: De todas partes.
MAX: ¡Paria!... Solamente los obreros catalanes aguijan su rebeldía con ese denigrante epíteto. Paria, en bocas como la tuya, es una espuela. Pronto llegará vuestra hora.
EL PRESO: Tiene usted luces que no todos tienen. Barcelona alimenta una hoguera de odio, soy obrero barcelonés, y a orgullo lo tengo.
MAX: ¿Eres anarquista?
EL PRESO: Soy lo que me han hecho las Leyes.
MAX: Pertenecemos a la misma Iglesia.
EL PRESO: Usted lleva chalina.
MAX: ¡El dogal de la más horrible servidumbre! Me lo arrancaré, para que hablemos.
EL PRESO: Usted no es proletario. 
MAX: Yo soy el dolor de un mal sueño.
EL PRESO: Parece usted hombre de luces. Su hablar es como de otros tiempos.
MAX: Yo soy un poeta ciego.
EL PRESO: ¡No es pequeña desgracia!... En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero.
MAX: Hay que establecer la guillotina eléctrica en la Puerta del Sol.
EL PRESO: No basta. El ideal revolucionario tiene que ser la destrucción de la riqueza, como en Rusia. No es suficiente la degollación de todos los ricos. Siempre aparecerá un heredero, y aun cuando se suprima la herencia, no podrá evitarse que los despojados conspiren para recobrarla. Hay que hacer imposible el orden anterior, y eso sólo se consigue destruyendo la riqueza. Barcelona industrial tiene que hundirse para renacer de sus escombros con otro concepto de la propiedad y del trabajo. En Europa, el patrono de más negra entraña es el catalán, y no digo del mundo porque existen las Colonias Españolas de América. ¡Barcelona solamente se salva pereciendo!

MAX: ¡Barcelona es cara a mi corazón!

EL PRESO: ¡Yo también la recuerdo!

MAX: Yo le debo los únicos goces en la lobreguez de mi ceguera. Todos los días, un patrono muerto, algunas veces, dos... Eso consuela.

EL PRESO: No cuenta usted los obreros que caen...

MAX: Los obreros se reproducen populosamente, de un modo comparable a las moscas. En cambio, los patronos, como los elefantes, como todas las bestias poderosas y prehistóricas, procrean lentamente. Saulo, hay que difundir por el mundo la religión nueva.

EL PRESO: Mi nombre es Mateo.

MAX: Yo te bautizo Saulo. Soy poeta y tengo el derecho al alfabeto. Escucha para cuando seas libre, Saulo. Una buena cacería puede encarecer la piel de patrono catalán por encima del marfil de Calcuta.

EL PRESO: En ello laboramos.

MAX: Y en último consuelo, aun cabe pensar que exterminando al proletario también se extermina al patrón.

EL PRESO: Acabando con la ciudad, acabaremos con el judaísmo barcelonés.

MAX: No me opongo. Barcelona semita sea destruida, como Cartago y Jerusalén. ¡Alea jacta est! Dame la mano.

EL PRESO: Estoy esposado.

MAX: ¿Eres joven? No puedo verte.

EL PRESO: Soy joven. Treinta años.

MAX: ¿De qué te acusan?

EL PRESO: Es cuento largo. Soy tachado de rebelde... No quise dejar el telar por ir a la guerra y levanté un motín en la fábrica. Me denunció el patrón, cumplí condena, recorrí el mundo buscando trabajo, y ahora voy por tránsitos, reclamado de no sé qué jueces. Conozco la suerte que me espera: Cuatro tiros por intento de fuga. Bueno. Si no es más que eso...

Luces de Bohemia                                                                                                        
Escena sexta – comentario

Tema.

El tema principal de ese fragmento son las ideas revolucionarias y anarquistas que Max comparte con el preso. Ambos perciben la necesidad de destruir la riqueza para acabar con la diferencia económica entre los hombres, siguiendo el ideal de la Revolución rusa. En España, todo está dominado por el dinero: el trabajo y la inteligencia. No basta con destruir entonces a los ricos, sino que hay que partir de las raíces del problema para llegar a la destrucción de todo: patronos, proletarios, la Barcelona judía y la España corrupta. Importante es esa complicidad entre dos hombres de clase social diferente, uno obrero y otro escritor, pero que comparten ideas político-sociales tan compatibles.

Resumen.

Max, poeta ciego detenido por escándalo público, comparte celda con un joven obrero catalán, Mateo. Él había sido encarcelado porque, habiéndose negado a irse a la guerra, había provocado un motín en la fábrica. Del diálogo entre los dos destacan ideas revolucionarias y anarquistas, como la necesidad de una revolución para hacer estallar en mil pedazos un país atrasado y corrupto. Al final, Mateo confiesa a Max que conoce ya su suerte; simulando un intento de fuga, lo matarán.

Estructura externa.

El fragmento se encuentra en la escena sexta de Luces de Bohemia, por tanto a mitad de la obra.

Estructura interna.

Podemos dividir ese fragmento en dos partes.
En la primera hay una introducción al preso, un obrero catalán, que marca su carácter rebelde y anarquista. Del diálogo entre los dos destacan ideas revolucionarias: destruir lo viejo para construir lo nuevo.
En la segunda parte, entramos en una esfera más personal: descubrimos que el preso tiene treinta años, y que ha sido encarcelado por haberse negado a ir a la guerra y haber provocado un motín en la fábrica. Él conoce su suerte: simulando un intento de fuga, lo matarán.

Comentario.

Luces de Bohemia es la obra maestra de Valle-Inclán, publicada en 1920. Es un esperpento trágico, en el que el autor hace una crítica amarga a una sociedad corrupta, desinteresada por la suerte de los demás, que se fija en el dinero y que vive en función de él. El gobierno mismo solo piensa en enriquecerse, y lleva a cabo una fuerte represión contra quien se opone.

El personaje principal es Max Estrella, un poeta ciego cuya obra ha dejado de tener éxito, y que va ahogando sus penas en alcohol. Su nombre es simbólico: el término “estrella” hace referencia a la luz, identificada con su inteligencia o con su limpidez. Él llega a la verdad sin escudos que lo protejan de las consecuencias de sus acciones. De hecho, es encarcelado porque no dejaba de protestar junto a unos modernistas encontrados por la calle.

En la celda encuentra a otro personaje relevante: un obrero catalán, Mateo, ensangrentado. Había sido encarcelado porque se había negado a ir a la guerra y había provocado un motín en la fábrica en la que trabajaba. Destaca desde el principio su carácter anarquista y revolucionario, y la complicidad con Max. Los dos comparten los mismos ideales, a pesar de que pertenecen a dos clases sociales diferentes. Eso es muy significativo, porque muestra cómo las condiciones miserables de los ciudadanos son percibidas por todos.

La obra se desarrolla en un tiempo muy breve, en poco más de un día. Desde un punto de vista histórico, las coordinadas temporales son indeterminadas, pero las referencias políticas presentes nos hacen intuir que se sitúa alrededor de 1920. De hecho, el preso y Max Estrella aluden al trágico clima de lucha social presente en España en aquella época, y sobre todo en Barcelona. Se trata de la Ley de Fugas, de la conflictividad entre patronos y trabajadores, de las bombas que los anarquistas quieren lanzar contra una sociedad atrasada e injusta, y del valor exagerado que tiene el dinero. Esa escena es muy rápida, y parece durar unos pocos minutos.

La escena se desarrolla en un calabozo de Madrid. El lugar es sucio, miserable y muy mal iluminado. La acotación inicial describe al preso que sale de la “tiniebla”, palabra que indica oscuridad pero también un carácter infernal del escenario.

El lenguaje es un aspecto interesante de la obra de Valle-Inclán. Desde el primer momento, destaca su habilidad para hacer convivir una lengua culta y literaria, la de Max Estrella, y una lengua popular y coloquial, en ese caso del obrero catalán. Él mismo se fija en esa diferencia: “su hablar es como de otros tiempos”. De hecho, el poeta es “hombre de luces”, incorpora en su conversación latinismos (“Alea jacta est”) y palabras sofisticadas (“denigrante epíteto”, “lobreguez”). Los diálogos son expresivos, la lengua original: los personajes se construyen a partir de ese carácter lingüístico variado.

En el teatro de Valle-Inclán, y en particular en este fragmento de la escena sexta, podemos encontrar dos modos de narración: el diálogo y las acotaciones. Predomina el diálogo entre Max y el preso: está cargado de significado y de violencia verbal, de crítica e ideas revolucionarias. Pero al principio encontramos una acotación breve, que nos describe superficialmente al segundo personaje de la escena y la celda mal iluminada.

Del diálogo entre Max y el preso destaca una alusión al esperpento, por la crítica violenta al país corrupto, injusto y desinteresado por la suerte de los hombres. Los personajes no están deformados, pero hay una fuerte violencia verbal, especialmente cuando Mateo explica su ideal revolucionario de acabar con un mundo interesado solo por el dinero. Siguiendo el modelo de la Revolución rusa, cree que es necesario destruir la riqueza, atacar desde la raíz el problema. No basta con matar a los patronos, sino también al proletariado. No basta con acabar con el judaísmo barcelonés, sino que hay que destruir la ciudad. Esa actitud, que recuerda la del futurismo italiano, se fija en una simple frase del preso: “Barcelona solamente se salva pereciendo”. Violenta es la afirmación del poeta: “hay que establecer la guillotina eléctrica en la Puerta del Sol”. Los dos critican una sociedad interesada únicamente por el dinero. El trabajo y la inteligencia, de la misma manera, existen en función de él. Era necesario entonces destruir la riqueza.

Se hace constante referencia a la muerte y a la destrucción, debido a detalles grotescos, que cargan la escena de violencia. Palabras como “destrucción”, “degollación”, “hundirse” y “patrono muerto” radicalizan el ideal revolucionario de Max y Mateo. Además, al final del fragmento, el preso confiesa que conoce ya su suerte: “cuatro tiros por intento de fuga”. Una muerte injusta. Esa es la Ley de Fugas, asociada generalmente con la época de la crisis de la Restauración. Consistía en simular la fuga de un detenido, que había sido en realidad liberado, para después matarlo. Ese es un detalle muy importante para colocar la obra en la Historia.

Muy significativa es la similitud que Max Estrella hace entre los proletarios y las moscas, y entre los patronos y los elefantes. De hecho, los primeros se reproducen muy rápidamente, mientras que los segundos, mucho más lentamente. No se podía matar únicamente a los patronos, porque eran los proletarios los que los generaban. Era necesario matarlos a todos, proletarios y patronos. De aquí, la imagen metafórica de “difundir por el mundo la religión nueva”.

Luces de Bohemia refleja una sociedad atrasada y corrupta, antitética a hombres como Max Estrella y el obrero catalán, Mateo, cuyo sueño es vivir en un mundo justo.

Camilla Espositi

lunes, 15 de enero de 2018

EL TEATRO DE VALLE-INCLÁN


Se distinguen, básicamente, tres etapas en la obra dramática de Valle-Inclán.

1. Ciclo de las "Comedias bárbaras"

Entre septiembre y diciembre de 1906, aparece por entregas en España Nueva la que se ordenaría como segunda de sus Comedias bárbaras: Águila de Blasón, publicada en 1907. Su estreno el 2 de marzo de ese mismo año en Barcelona debió considerarse un fracaso y condicionaría la producción literaria de Valle-Inclán, que asistió al estreno.

viernes, 12 de enero de 2018

TEATRO ANTERIOR A 1936

En este enlace encontraréis una buena presentación en power point del teatro anterior al 36 y un estudio detallado de "Luces de bohemia".

http://www.cscjprofes.com/wp-content/uploads/2011/03/TEATRO-ANTERIOR-AL-36.doc

EL TEATRO ESPAÑOL ANTERIOR A 1936


El teatro español del primer tercio de siglo se reparte, a grandes rasgos, en dos frentes:

  1. El teatro que triunfa, continuador, en gran parte, del que imperaba a finales del XIX. En tal línea se sitúan:

-       Una comedia burguesa, con Benavente y sus seguidores, en la que hay, a veces, tolerables atisbos de crítica social.
-       Un teatro en verso, neorromántico y con aportaciones formales del Modernismo, de orientación tradicionalista.
-       Un teatro cómico, con predominio de un costumbrismo igualmente tradicional.

  1. El teatro que pretende innovar, sea aportando nuevas técnicas, sea adoptando nuevos enfoques ideológicos, o ambas cosas a la vez. En esa dirección se hallan:

-       En la primera generación, las experiencias teatrales de algunos noventayochistas o coetáneos. Caso especial, dentro de la misma generación, es el de Valle-Inclán.
-       Más tarde, nuevos impulsos renovadores, debidos a las vanguardias y a la generación del 27. La obra dramática de Lorca será síntesis y cima de las inquietudes teatrales del momento.
-       Y por los años 30, Jardiel Poncela intenta la renovación del teatro cómico (se estudiará en el teatro de posguerra).


1.- EL TEATRO QUE TRIUNFA

1.1.- La comedia benaventina

Jacinto Benavente (1866-1954) es la figura más representativa de las posibilidades y limitaciones del momento. Tuvo un comienzo audaz con El nido ajeno (1894), sobre la situación opresiva de la mujer casada en la sociedad burguesa. Los jóvenes inquietos aplauden su carga crítica y, a la vez, lo saludan como un renovador del lenguaje teatral. Pero la comedia fue un fracaso: tuvo que retirarse del cartel ante la indignación del público.

Se vio entonces Benavente ante un dilema: mantener la carga crítica y verse rechazado, o aceptar los límites impuestos. Al fin, escogería lo segundo. En efecto, el tono va atemperándose en sus obras siguientes: La noche del sábado (1903), Rosas de otoño (1905)… Sigue retratando, en general, a las clases altas, con sus hipocresías y convencionalismos; sabe que al público burgués le gusta sentirse criticado hasta cierto punto, que se cuida de no traspasar. Y así, no sólo es tolerado, sino aplaudido.

Sus obras se mantendrán en la línea de la llamada “comedia de salón”, salvo algunas. La excepción más notable es Los intereses creados (1907), su obra maestra.

También intentó el drama rural. Y aquí, su mayor éxito sería La Malquerida (1913), sobre una devastadora pasión incestuosa.

En esa segunda década de siglo, la fama de Benavente ya se ha consolidado. Le corresponde el haber barrido los residuos del drama posromántico, proponiendo un teatro sin grandilocuencia, con una fina presentación de ambientes cotidianos. Destacan su habilidad escénica, su ingenio y la fluidez de sus diálogos. Nos los alejan, en cambio, ciertas caídas en el sentimentalismo y el lastre que su obra debe a los condicionamientos citados.

La línea benaventina se prolonga en los años 30 e incluso en la posguerra, con figuras como Juan Ignacio Luca de Tena, Joaquín Calvo Sotelo, etc.

1.2. El teatro en verso

Lo que a principios de siglo se llamaba “teatro poético” combinaba resabios posrománticos con rasgos del estilo modernista (el verso sonoro, los efectos coloristas…).

Todo ello iba asociado a una ideología tradicionalista que responde exaltando los ideales nobiliarios y los grandes hechos del pasado. Incluso formalmente, hay cierta voluntad de emular el teatro del Siglo de Oro.

De los cultivadores de esta línea, pocos merecen recordarse:

-       Francisco Villaespesa (1877-1936) es autor de poemarios de un modernismo fácil y superficial. Sus dramas son ejemplos de aquella mirada a las glorias pasadas; títulos como El alcázar de las perlas (1911), Doña María de Padilla (1913)…
-       Eduardo Marquina (1879-1946) alternó también la lírica y el teatro. Cosechó grandes éxitos de público con inevitables dramas históricos, como Las hijas del Cid (1908), En Flandes se ha puesto el sol (1911), su obra más famosa, o Teresa de Jesús (1933), etc. Son obras compuestas como una sucesión de estampas, con frecuentes fragmentos líricos que recuerdan las “arias” de ópera.
-       Dentro del teatro en verso –aunque con diferencias de enfoque- cabe situar las obras escritas en colaboración por los hermanos Machado. También se inspiraron en personajes históricos, como Juan de Mañara (1927), sobre el famoso donjuán sevillano que se convirtió en asceta. Otras obras son de tema moderno, como La Lola se va a los puertos (1929), sobre una bella “cantaora”, encarnación del alma andaluza, que desdeña a los señoritos y otorga su amor a un guitarrista que simboliza al pueblo.


1.3. El teatro cómico

Serán sobre todo dos géneros: la comedia costumbrista y el sainete. Los tipos y ambientes castizos habían inspirado a los sainetes de Don Ramón de la Cruz, en el siglo XVIII, o el “género chico” del XIX (de finales de siglo son zarzuelas como La verbena de la Paloma o La Revoltosa). Tal es la línea que prolongan los Quintero o Arniches.

-       Los hermanos Álvarez Quintero, Serafín (1871-1938) y Joaquín (1873-1944), llevan a escena una Andalucía tópica y sin más problemas que los sentimentales. Para ellos, todo el mundo es bueno y reina la gracia salerosa. De su extensa producción, sobresalen los sainetes y “juguetes cómicos en un acto”, o ciertas comedias que vienen a ser “sainetes en tres actos”. Obras como El patio (1900), El genio alegre (1906), Las de Caín (1908), etc.
-       Carlos Arniches (1866-1943) ha merecido mayor interés de la crítica. Dos sectores presenta su producción. De una parte, los sainetes de ambiente madrileño, interesante por un habla castiza en parte creada por el autor y en la que se basa la gracia del diálogo. En cambio, los ambientes y tipos (chulapos y chulapas) no escapan a cierto convencionalismo. Títulos como: El santo de la Isidra (1898), Los milagros del jornal (1924), La chica del gato o Don Quintín el amargao.
Su otra vertiente, dominante a partir de 1916, es lo que él llamó “tragedia grotesca”, tímido pero interesante intento de un género nuevo. Son obras en las que se funden lo risible y lo conmovedor. Ejemplo de ello es La señorita de Trevélez (1916), sobre una sangrante broma de unos señoritos provincianos. La visión social alcanza cierta agudeza en Los caciques (1920).
-       En un nivel de inferior calidad –no de éxito-, cabe situar el género cómico llamado “astracán” (o astracanada), cuyo creador fue Pedro Muñoz Seca (1881-1936). Son piezas descabelladas, sin más objetivo que arrancar la carcajada, pero no puede olvidarse un título como La venganza de don Mendo (1918), parodia de dramas románticos y neorrománticos y, de rechazo, del teatro en verso de aquellos años.


2.- EL TEATRO QUE PRETENDE INNOVAR

2.1. Autores de las dos primeras generaciones de siglo:

La primera generación del siglo:

-       Unamuno cultivó el teatro como un cauce más para presentar los conflictos humanos que le obsesionaban. Estamos, pues, ante dramas de ideas, con un diálogo denso y sin concesiones a las exigencias escénicas. No era un teatro que podía triunfar. Destaquemos dos títulos: Fedra (1911) y El otro (1927).
-       Azorín hizo tardíamente unos experimentos teatrales que iban en la línea de lo irreal y lo simbólico. Angelita (1930), sobre su obsesión por el tiempo, y su obra más interesante, Lo invisible (1928), trilogía integrada por un prólogo y tres piezas independiente (La arañita en el espejo, El segador y  Doctor Death de 3 a 5), unidas por el sentimiento de angustia ante la muerte.
-       Jacinto Grau (1877-1958) constituye un caso aparte. Se dedicó exclusivamente al teatro, un teatro “distinto”, denso, culto, que despertó interés en París, Londres, Berlín… y fracasó en España. Su obra, poco extensa, se interesa por grandes mitos o temas literarios. Parte del Romancero en El Conde Alarcos (1930), trata el tema de Don Juan en  Don Juan de Carillana (1913) y El burlador que no se burla (1930) o interpreta de forma personal la parábola evangélica en El hijo pródigo (1918). Pero su obra maestra es El señor de Pigmalión (1921).
-       Valle-Inclán (en la siguiente entrada)

La segunda generación del siglo:

-       Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) pionero del Vanguardismo, dentro de su ideal de un “arte arbitrario”, escribió piezas polarmente distintas de lo que se podía ver en las tablas y que, en su mayoría, se quedaron sin representar. Era, como él mimo dijo, un teatro escrito para “el que no quiere ir al teatro”. Entre 1909 y 1912, compuso obras como La Utopía, El laberinto, Teatro en soledad. En 1929 estrenó Los medios seres, cuyos personajes aparecen con la mitad del cuerpo totalmente negra, como símbolo de la personalidad incompleta, parcialmente realizada y parcialmente frustrada.


2.2. Teatro de la Generación del 27

La “Generación del 27” no es sólo el grupo poético.

Tres facetas destacaremos en la dramática de la generación:

a)     Una depuración del teatro poético
b)    La incorporación de las formas de vanguardia
c)     El propósito de acercar el teatro al pueblo

Estas facetas pueden confluir en ocasiones: el ejemplo máximo es García Lorca (libro).

-       Rafael Alberti había estrenado antes de la guerra dos obras muy distintas. Una, El hombre deshabitado (1930), de tipo surrealista. La otra obra, Fermín Galán (1931), sobre un héroe republicano fusilado, representa su giro hacia una literatura comprometida. Alberti seguirá cultivando un teatro político, cuya obra más importante es Noche de guerra en el Museo del Prado (1956). También en el exilio cultiva otras líneas dramáticas en las que sobresale El adefesio (1944).
-       Miguel Hernández, tras un auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve, 1934, cultiva un teatro social con ecos de Lope y cuyo mayor acierto es El labrador de más aire (1937). Ese mismo año se entrega aun teatro de combate, piezas breves destinadas a representarse en el frente: Teatro de guerra…
-       Alejandro Casona (1903-1965) es un dramaturgo puro. Se reveló con el premio “Lope de Vega” otorgado, en 1934, a La sirena varada, ingeniosa y poética, a la que sigue Otra vez el diablo (1935), en la que confirma su personal combinación de humor y lirismo. Continuó su producción en el exilio, con títulos como: La barca sin pescador, los árboles mueren de pie, La dama del alba…
-       Max Aub (1903-1972) es un importante dramaturgo. Entre 1923 y 1935 escribe, como él dice, “comedia de vanguardia”. Fue un pionero de la frustrada revolución escénica. Su tema central es la incapacidad del hombre para comprenderse, para comprender la realidad y para comunicarse: así obras breves como Una botella o largas como Narciso. Pero sus obras más importantes son las del exilio. Desgraciadamente no pudo ser conocido en su momento en España.

- Federico García Lorca
Entre 1930 y 1936 escribe las obras dramáticas en que se cimenta su fama universal. Además, desde 1932 dirige “La Barraca”, grupo de teatro universitario que, con el apoyo del gobierno republicano, recorre los pueblos de España representando obras clásicas.
Su trayectoria poética se inicia con El maleficio de la mariposa (1919) y termina con La casa de Bernarda Alba (1936). La 1ª estrenada en 1920 fue un verdadero fracaso.
Entre estas 2 obras, sus composiciones pueden agruparse según diversos criterios: obras de carácter vanguardista, obras centradas en la tierra granadina, teatro simbolista y modernista…, pero su teatro más auténtico lo compondrán:

Bodas de sangre (1933) se basa en un hecho real: una novia que se escapa con su amante el mismo día de su boda. Se trata de una pasión que desborda barrearas sociales y morales, pero que desemboca en tragedia: el novio mata al amante y mueren ambos. El verso se mezcla con la prosa, dando origen a momentos muy intensos.

Yerma (1934) es el drama de una mujer condenada a la infecundidad en una sociedad en la que la maternidad es indicio de realización de una mujer, frustrada por el deseo de ser madre y la incomprensión del marido, lo asesina.

Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935) es un drama sobre la espera inútil del amor. Lorca se asoma ahora a la situación de la mujer en la burguesía urbana, a la soltería de las señoritas de provincias y a marchitarse como las flores.

La casa de Bernarda Alba (1936) auténtica culminación del teatro lorquiano. Una madre, que recientemente ha quedado viuda, lucha por conservar la castidad de sus hijas frente a la libertad exigida por ellas. Esta lucha entre libertad y autoridad acabará trágicamente en muerte.

En todas ellas la mujer ocupa un puesto central.