lunes, 15 de enero de 2018

EL TEATRO DE VALLE-INCLÁN


Se distinguen, básicamente, tres etapas en la obra dramática de Valle-Inclán.

1. Ciclo de las "Comedias bárbaras"

Entre septiembre y diciembre de 1906, aparece por entregas en España Nueva la que se ordenaría como segunda de sus Comedias bárbaras: Águila de Blasón, publicada en 1907. Su estreno el 2 de marzo de ese mismo año en Barcelona debió considerarse un fracaso y condicionaría la producción literaria de Valle-Inclán, que asistió al estreno.



 En las "Comedias bárbaras" se nos presenta una Galicia atrasada y feudal, con personajes dominados por sentimientos primitivos y violentos. En el lenguaje se observa la influencia del Modernismo.
En esta obra presentaba a don Juan Manuel Montenegro, "uno de esos hidalgos mujeriegos y despóticos, hospitalarios y violentos". El hidalgo soporta el asalto de su propio hijo, al frente de un grupo de bandidos, y el abandono de su querida, Sabelita. Los remordimientos de doña María, esposa de don Juan Manuel, hacen volver a ésta. Una querida nueva y el criado don Galán ven a su amo, don Juan Manuel, abandonar la casa y perderse en la noche nevada...

  Romance de Lobos (1908), cerraba la serie de Comedias Bárbaras. Presenta a don Juan Manuel entre amenazas de duendes y aparecidos, premonición de la muerte de su mujer, doña María. Para verla él, morirán en una tormenta los marineros con quien viaja. Un grupo de mendigos le aclaman como su Mesías. Al llegar a su casa, su mujer ha muerto, sus hijos robaron las riquezas y nada queda para los mendigos. Don Juan Manuel muere enfrentándose a un hijo suyo. Entonces, los miserables reconocen al hidalgo como Padre de todos.

Después de quince años concluiría el ciclo de las Comedias Bárbaras.
   Lo cerraba la que, cronológicamente, sería primera de las tres obras: Cara de Plata (1922), nombre del hijo más joven de Juan Manuel Montenegro. Éste impide que el abad atraviese las tierras del señorío, enfrentándose a la Iglesia. Además, arrebata al abad la tutela de Sabelita, enamorada de Cara de Plata, que terminará siendo querida del padre. El abad, tras vender su alma al diablo, desafía al hidalgo a la vez que Cara de Plata reclama la amante arrebatada. Don Juan Manuel, acosado, hace que su hijo arremeta contra el grupo del Abad, y se libra de dos enemigos. Entonces siente "miedo de ser el Diablo".

2. Ciclo de las farsas

La Marquesa Rosalinda (1912), es una farsa sentimental y grotesca, protagonizada por personajes de la commedia dell'arte: Arlequín conquista a la marquesa Rosalinda, olvidando a Colombina. El marqués, celoso, encierra a Rosalinda en un convento, de donde no logra sacarla Arlequín, pese a vencer a dos matones del marqués. Rosalinda renuncia a su amante y acepta la austeridad y religiosidad impuestas. Arlequín, enamorado del paganismo grecolatino, cuelga su careta para volver, desengañado, al mundo de Colombina.
   Esta obra se considera un sentido adiós al teatro modernista. 

El año de 1920 será uno de los más prolíficos en la carrera de nuestro autor: lo inicia con dos farsas:
la Farsa italiana de la enamorada del rey presenta a Mari-Justina, nieta de una ventera, enamorada del achacoso Rey, al que escribe por medio del cómico Maese Lotario. 

  La segunda obra trataba el reinado de Isabel II, tema de su serie novelísitica El Ruedo Ibérico. Era la Farsa y licencia de la Reina castiza y plasmaba el chantaje de unos matones arrabaleros al encontrar dos cartas amorosas escritas por la reina. Tras una serie de regateos y escándalos, se aceptan las condiciones de los delincuentes y se salva el escándalo público. Hacia el final de la obra se la llama entremés, recordando la deuda con estas obras jocosas de los Siglos de Oro.
No se estrenó hasta el 3 de Junio de 1931, proclamada la República.
Unidas a la farsa infantil de La cabeza del dragón, Valle-Inclán publicaría las tres obras como Tablado de marionetas (1926) para educación de príncipes.

3. El esperpento

También de 1920 es la que muchos consideran su obra maestra: Luces de Bohemia, no estrenada hasta 1984.
   Una primera versión en XII escenas aparecería ampliada con tres más en 1924. Recuerda la última noche del poeta modernista Alejandro Sawa, amigo de Valle-Inclán, aquí ciego y visionario, bajo el nombre simbólico de Max Estrella, acompañado del miserable don Latino de Hispalis.
Despidiéndose de su esposa e hija, Max visita con don Latino al librero estafador Zaratustra. En una taberna persigue un décimo de lotería y, tras un encuentro con tertulianos modernistas, termina en el calabozo por escándalo público. Allí encuentra un obrero catalán, al que dedica unas palabras de fraternidad y anarquía. Su amigo el Ministro le ayuda a salir de la cárcel para, siempre junto a don Latino, conversar con su amigo Rubén Darío. Tras hablar a unas prostitutas y comprobar las consecuencias de una brutal carga policial, Max Estrella delira, hablando del esperpento que supone España y de lo grotesco que resulta todo intento de tragedia no deformada. Max muere abandonado por don Latino, que se adueña de su cartera. Lo velan los modernistas y algún anarquista. En su entierro dialogan Rubén Darío y el Marqués de Bradomín. Un azar cruel hace a don Latino ganador del décimo de lotería que ha encontrado en la cartera de Max.

La cuarta obra publicada en 1920 es Divinas palabras, tragicomedia grotesca en que se mezcla el esperpento con el reflejo del mundo primitivo gallego de las Comedias bárbaras.
En el primer acto, muerta a la vera de un camino la madre del Idiota, éste se convierte en objeto de la codicia de los dos hermanos de la finada, Marica del Reino y Pedro Gailo, sacristán, instigado por su mujer Mari-Gaila. El pleito en torno a la posesión y explotación del Idiota, que ya hacía ganar buenas monedas a su madre mostrándolo en ventas, ferias y caminos, es fallado por un aldeano, Bastián de Candás, encarnación de la sabiduría popular, cuyo consejo de explotarlo al alimón -tres días un hermano, tres días el otro y los domingos alternado- es aceptado por ambas partes, dando fin al acto.
En el segundo acto, Mari-Gaila, que se ha lanzado a la vida libre de los caminos para explotar convenientemente al Idiota, llega a las ferias de Viana del Prior, en donde topa con el farandulero Séptimo Miau, dejando entre tanto el carretón en manos de Rosa la Tatula, que llega con él a una taberna. En contrapunto con la escena en que Mari-Gaila fornica con el compadre Miau, y enlazada con ella, Valle-Inclán nos traslada a la casa de Pedro Gailo, donde éste, en una mano el cuchillo con el que piensa vengar su deshonra, y en la otra un pichel de vino con el que se emborracha, perdida la cabeza, quiere fornicar con su hija Simoniña.
En la taberna de Ludovina, el marica Miguelín hace beber copa tras copa al Idiota, mientras menudean las burlas soeces a costa de la cabezota del enano, que muere. Valle-Inclán acota la muerte del Idiota con estas palabras: «El enano había tenido el ú1timo temblor. Sus manos infantiles, de cera oscura, se enclavijaban sobre la colcha de remiendos, y la enorme cabeza azulenca, con la lengua entre los labios y los ojos vidriados, parecía degollada. Las moscas del ganado acudían a picar en ella». La escena termina con el planto de Mari-Gaila, consumada plañidera, como ya lo demostró en el acto primero junto al cadáver de su cuñada. El brutal juego de escarnio alcanza la cima de lo grotesco con el planto de Mari-Gaila.
El regreso de Mari-Gaila al hogar, arrastrando en la alta noche el carro del Idiota, lo resuelve Valle-Inclán mediante una escena simbólica. Mari-Gaila es transportada misteriosamente en la grupa del Trasgo Cabrío, encarnación dramática de la lujuria, uno de los poderes que mueven a toda la humanidad valleinclanesca del teatro mítico. El acto termina con una de las más feroces escenas de esta cruel dramaturgia. El cadáver del Idiota, abandonado a la puerta de Marica del Reino, es encontrado al amanecer por ésta y sus vecinos con la cara y las manos comidas por los cerdos.
En el tercer acto, el cadáver del Idiota, «coronada de camelias la frente de cera», es expuesto junto al pórtico de la iglesia, a fin de recoger dinero para el entierro. Mientras tanto, Mari-Gaila es descubierta en el campo fornicando con el compadre Miau. Mari-Gaila, perseguida por perros y gentes, es alcanzada, forzada a desnudarse y llevada sobre una carreta de heno a la iglesia, desde cuyo campanario se arroja al suelo Pedro Gailo, se levanta indemne y dirigiéndose al vociferante pueblo de campesinos y pastores, dice en latín las «divinas palabras» de Cristo a la turba que quería lapidar a la adúltera:            «Qui sine peccato est vestrum, primus in illam lapidem mittat».
             
 La obra termina con esta acotación:

«Los oros del poniente flotan sobre la quintana. Mari-Gaila, armoniosa y desnuda, pisando descalza sobre las piedras sepulcrales percibe el ritmo de la vida bajo un velo de lágrimas. Al penetrar en la sombra del p6rtico, la enorme cabezota del idiota, coronada de camelias, se le aparece como una cabeza de ángel. Conducida de la mano del marido, la mujer adúltera se acoge al asilo de la iglesia, circundada del áureo y religioso prestigio que en aquel mundo milagroso de alma rudas intuye el latín ignoto de las Divinas Palabras».


   En Los cuernos de don Friolera  (1925) el teniente Astete, apodado don Friolera, descubre por un anónimo que su mujer, doña Loreta, le es infiel con el barbero Pachequín. Decide bañar en sangre el adulterio, pero, al narrar al Coronel su venganza, comprueba que la víctima fue su hija en lugar de los amantes.
  Como marco de este esperpento se ofrecía un sustancioso diálogo entre don Manolito y el unamuniano don Estrafalario sobre la deformación en el arte, junto con una versión guiñolesca del esperpento y un romance de ciego sobre el mismo tema.
Valle-Inclán rinde un curioso homenaje al teatro calderoniano a través de esta parodia, al tiempo que ridiculiza el honor militar de su época.

  En 1926 aparece El terno del difunto, recogida más tarde como Las galas del difunto. Esta parodia de Don Juan Tenorio presenta a Juanito Ventolera, soldado alojado en casa del farmacéutico Sócrates Galindo, cuya hija, tras deshonrar a la familia, ejerce la prostitución en una casa de alterne. Ignorando el parentesco entre ambos, Juanito presencia la muerte del farmacéutico al leer una carta de la hija. Desentierra al difunto, se adueña de su terno y asalta a la viuda. Así ataviado, seduce a la hija que, entonces, conoce la muerte de su padre y la actitud de su seductor.

  La hija del capitán, publicada en Argentina en 1927, se basa en el crimen del capitán Sánchez (1913) y en el golpe de Estado de Primo de Rivera (1923). Representa el asesinato del Pollo de Cartagena por un Golfante que pretende robarle para huir con la Sini, supuesta hija de un capitán que la prostituye con sus jefes. Al intentar cobrar una ficha de juego del Círculo de Bellas Artes, se descubre el crimen. Para evitar que el ejército quede implicado en el asunto, se lleva a cabo un golpe de Estado con aquiescencia del Rey.
  La obra influiría en el breve encarcelamiento que sufrió nuestro autor en 1929, en los últimos tiempos de la Dictadura
   

En Martes de Carnaval (1930), incluyó Las galas del difunto, Los cuernos de don Friolera y La hija del capitán. El título era un juego de palabras, en que asociaba al estamento militar con carnavalescos dioses de la guerra.
   Esta obra cerraba lo que hoy consideramos esperpentos. Resultaban una extraña mezcla del sainete o el teatro grotesco y la parodia. Practican la distorsión: animalización y mecanización de personajes, contrastes, impasibilidad de sentimientos ante la desgracia, mezcla de registros lingüísticos y ruptura con todas las convenciones y academicismos. Gracias a sus esperpentos, Valle-Inclán es el primer dramaturgo de la literatura española contemporánea.

   Su apoyo a la República lo acercó a diversos cargos públicos que no acabaron de interesarle e, incluso, le animó a presentarse como diputado por el partido de Lerroux. Tampoco el nombramiento de Director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma (1933) le cuadró. Su salud delicada le impide ejercer los cargos que le ofrecen hasta su muerte en Santiago de Compostela el 5 de enero de 1936.

   El hecho es que, desde 1927, Valle-Inclán no escribirá más teatro. Con todo, son muchos los escritos dispersos de nuestro autor y podrían rastrearse esbozos de textos dramáticos difícilmente fechables o clasificables. 


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