lunes, 5 de marzo de 2018

COMENTARIO DEL FRAGMENTO DE "HISTORIA DE UNA ESCALERA"

COMENTARIO DE TEXTO  

Resumen del texto
En este fragmento Fernando detiene en la escalera a Carmina y la aparta para hablar a escondidas. Tras superar ciertas reticencias iniciales y asegurarse de que los respectivos pretendientes, Urbano y Elvira, no son correspondidos, ambos terminan manifestando mutuamente sus sentimientos amorosos. Una vez que Fernando ha logrado captar la atención de Carmina y confirmar su amor, le expone su proyecto vital, llegar a ser “alguien” en la vida gracias a su a poyo afectivo. Al final, llegan a alcanzar un m omento de clímax emocional que se ve interrumpido bruscamente por el ruido de la lechera al caerse.
En cuanto al argumento general de la obra, el autor nos presenta tres generaciones de varias familias humildes, con sus sueños y posterior resignación, con sus amores, sus rencores y fracasos. La segunda generación será la protagonista de la obra; son jóvenes ilusionados al principio que, con el paso de los años, se convertirán en adultos fracasados tanto en el plano afectivo –casados por dinero o por resignación- como en el profesional – no lograrán ascender socialmente ni luchando de manera individual ni de manera colectiva- e incluso estarán enfrentados entre sí por viejas rencillas familiares. Además, por la conversación final entre Fernando (hijo) y Carmina (hija), tercera generación, se intuye que la historia es cíclica y que todo seguirá igual.
Tema
El tema del fragmento podría ser el anhelo de realización personal que manifiestan ambos personajes, en dos de sus vertientes, la afectiva y la económica o laboral. Sin embargo, a la luz del resto de la obra, comprobaremos que este deseo no llegará nunca a realizarse sino que el sueño dará paso a la frustración.
El tema principal, representado por la escalera que da título a la obra, será, por tanto, esta frustración, la angustia, la impotencia de una clase trabajadora que no logra salir adelante, debido al inmovilismo del sistema y de la v ida misma en último término. En la escalera de este edificio encontramos a una mayoría de personas que viven sin ninguna proyección hacia el futuro debido a la imposibilidad económica, y una fa milia que representa a esa mínima parte de la sociedad que tiene los medios para progresar sola.
Esta historia, que ocurre en un edificio de vecindad de posguerra (acto tercero) pero también en las décadas anteriores, refleja, con la imagen de una escalera, la dramática situación en la que se encuentra la mayor parte de la población española, con problemas de desempleo y de desigualdades sociales, pero sobre todo una frustración y falta de esperanza en el futuro, tan presente en esa época de inmovilismo político y social del franquismo.
Estructura externa
Pertenece a la última escena del primer acto de la obra, en la que quedan so los Fernando y Carmina. En relación con la obra, hay que decir que esta tiene una estructura clásica, dividida en tres actos.
Habría que destacar que esta misma escena se repite 30 años más tarde, también al final del tercer acto, pero en esta ocasión los personajes son Fernando (hijo) y Carmina (hija). Se reiteran la escena, los nom bres de sus padres e incluso las mismas palabras; con este paralelismo, que se establece significativamente en tre el final del primer acto y el final de l tercero, Buero pretende remarcar cómo a pesar del paso del tiempo, todo es cíclico, todo se repite , nada cambia. Aunque pudiera parecer que el final de la obra es abierto, es evidente que hay una fuerte dosis de ironía en dicho paralelismo, por cuanto se deduce que todo seguirá igual y que las palabras de Fernando (hijo) terminarán siendo tan falsas como lo fueron las de su padre 30 años atrás.
Estructura interna
Se podría dividir en dos partes o situaciones.
La primera abarcaría desde el principio hasta la línea 20, en la que Fernando, tras detener en la escalera a Carmina, intenta declararle su amor. Esta primera parte se caracteriza por un ritmo más rápido, que viene dado por las intervenciones breves de ambos personajes, abundando las exclamaciones y las frases exhortativas.
La segunda parte va desde la línea 21 hasta el final. En esta Fernando le confiesa, mediante intervenciones más extensas y con un tono m as distendido pero al m ismo tiempo apasionado, su proyecto vital. Escena y acto ter minan con el derramamiento de la leche, hecho este que sirve para cerrar la escena.
En cuanto a la estructura in terna de la obra, el primer acto se correspondería con la presentación de la historia, en la que se nos muestra a los personajes principales y se van esbozando sus relaciones futuras. El segundo acto representaría el nudo de la acción; algunos personajes han muerto, otros están plasmando sus proyectos vitales, pero no precisamente aquellos con los que soñaban. El tercer acto se correspondería con el desenlace, aunque aparentemente pudiera parecer un fin al abierto; ha habido leves mejoras en la escalera, han llegado nuevos inquilinos, se han muerto otro s, pero comprobamos que la historia es cíclica, inexorablemente se sigue repitiendo a través de sus hijos.
Comentario crítico del texto
Introducción
Este fragmento pertenece al primer acto de “Historia de una escalera” de Antonio BueroVallejo. Con ella obtuvo el premio Lope de Vega en 1949, hecho que le permitió representarla en el Teatro Español y de este modo acceder a un escenario oficial, cosa que, dados sus antecedentes -un “vencido” de la guerra- hubiera sido imposible. Dicho estreno supuso la aparición de un nuevo teatro, de corte realista, que pretende subir a escena las preocupaciones del momento.
Si tenemos en cuenta la trayectoria de la obra de Buero, Historia de una escalera correspondería a su primera etapa, predominantemente de temática existencial, si bien es cierto que sus obras son susceptibles de ser interpretadas en un doble plano, el existencial y el social.
Así pues, de esta obra podríamos hacer una lectura existencial -la frustración de los personajes viene dada por las limitaciones de nuestra existencia- o también social -el fracaso es debido también a las condiciones sociales y económicas en las que viven estos personajes-.
Desde el punto de vista técnico, se ajusta a una estética realista (espacio escénico tradicional, progresión clásica de la acción, etc.)
Comentario del texto
Ya el título de la obra “Historia de una escalera” acota dos elementos dramáticos: (“Historia”) tiempo y ( escalera) espacio, estableciéndose un contraste entre ambos, mientras el tiempo discurre, la escalera permanece.
Por lo que se refiere al tiempo interno de la obra, este abarcaría unos 30 años; entre el acto primero y el segundo pasan 10 años y 20 entre el segundo y el tercero.
En cuanto al tiempo externo o época en que se desarrolla, si consideramos que en la primera acotación del tercer acto se indica que “es ya nuestra época”, por tanto, entorno a 1949, el segundo acto se desarrollaría alrededor de 1929 y el primero hacia 1919. Esta podría ser, por tanto, la época en el caso del texto que nos ocupa.
En cuanto al espacio, es siempre el mismo; esta humilde escalera que no cambia en ninguna de las escenas ni de los actos de la obra. En este sentido, habríamos de indicar que Buero respeta rigurosamente la unidad de lugar; aunque la intención del autor va más allá del simple deseo de respetar una norma clásica. Paradójicamente, una escalera sirve para desplazarse de un piso a otro, para ascender o bajar de nivel, pero en esta obra los personajes suben y bajan por ella sin que nada cambie y sin que logren llegar a algún sitio, una escalera, pues, que no conduce a ninguna parte. Por tanto, esa escalera omnipresente tiene un valor simbólico, representaría justo lo contrario de lo que cabría esperar, el inmovilismo.
El espacio, en conclusión, no tendría que ser tratado como un simple lugar en el que se desarrolla la obra, sino que, al adquirir un valor simbólico, se convierte en sí mismo en imagen de uno de los temas principales de la obra; la escalera que no conduce a ningún sitio representaría el absurdo existencial, el sinsentido de nuestra existencia, sin meta u objetivo vital.
Fernando y Carmina son los personajes que intervienen en esta escena; a ambos se le s puede considerar personajes principales de la obra junto con Urbano y Elvira. En este texto, Fernando parece ser un personaje soñador, movido por grandes ideales; por una parte, el amor que siente por Carmina, hasta el punto de estar dispuesto a renunciar a los requerimientos amorosos de Elvira, a pesar de su riqueza; por otro lado, su sueño de crecer profesionalmente con el apoyo de su supuesta futura mujer.
Sin embargo, por su comportamiento a lo largo de toda la obra, comprobaremos que, pasados 10 años, en el acto segundo, ya ha renunciado a su sueño amoroso, pues se termina casando con Elvira por intereses económicos, y fracasa también profesionalmente, ya que, holgazán como es en realidad, no conseguirá convertirse ni en el aparejador ni el ingeniero que en esta escena anhela ser. Además, en el conjunto de la obra, Fernando, frente a Urbano, que cree que solo se puede progresar de manera colectiva y luchando dentro del sindicato, representa al individualista que pretende mejorar su condición social sin tener en cuenta a los demás.
Por su parte, Carmina está enamorada de Fernando, y así se lo declara en este fragmento; sin embargo, en el acto siguiente la descubrimos casada con Urbano, del que nunca llegará a enamorarse, por lo que también en este caso renuncia a sus ideales amorosos y se acomoda a la triste realidad.
En el texto seleccionado, Fernando y Carmina aluden a otros dos personajes de los que ya hemos hablado, Urbano y Elvira, que serían sus rivales, Urbano de Fernando y Elvira de Carmina. El primero, como ya hemos dicho, representaría al obrero que desea mejorar socialmente de manera colectiva, aunque también fracasa en su intento. Elvira encarnaría a la mujer que logra conquistar a Fernando por su dinero pero no su a mor, por lo que afectivamente también se sentirá frustrada. Esta frustración, por tanto, es la característica común de estos cuatro personajes.
Cabría destacar también cómo son solo los personajes masculinos los que tienen un proyecto profesional, mientras que las mujeres, en este sentido, serían meras comparsas o, como mucho, les podrían servir de apoyo moral para su realización; la función, por tanto, de los personajes femeninos sería meramente afectiva.
Los personajes utilizan un lenguaje coloquial estándar con algunas de sus características más frecuentes (frases nominales, diminutivos, etc.) pero sin los vulgarismos ni los rasgos propios del argot de los jóvenes de la época.
Se percibe un cambio en cuanto al ritmo del lenguaje, que se corresponde con la división interna en dos partes. La primera es una situación de conflicto, hay un enfrentamiento entre Fernando, que pretende ganar la confianza de  Carmina y esta que lo rehúye; esto se traduce en un ritmo rápido que viene dado por las frases nominales (sin verbo) , otras exhortativas y exclamaciones.
La segunda parte da paso a la exposición por parte de Fernando de sus sueños de futuro utilizando frases y períodos oracionales más complejos.
En cuanto a los modos del discurso, al tratarse de una obra teatral, nos encontramos con diálogos introducidos por breves acotaciones escénicas.
Estas últimas sirven básicamente para señalar los movimientos de ambos personajes ( “intenta marcharse”, “la lleva al primer peldaño”, etc.) y los cambios emocionales que van experimentando estos (“extasiada, temblorosos, asombrados”, etc.).
En cuanto al diálogo, en un principio Fernando utiliza imperativos y frases exhortativas en general (créeme, no te marches, ven) para captar la atención de Carmina y así progresivamente hacer desaparecer su miedo y ganar su confianza, expresiones que va alternando con exclamaciones de júbilo (me quieres, lo sabía) a medida que va confirmando que Carmina lo ama. Con ese mismo fin también intenta recordar sus amores de infancia (Como entonces).
Ella, en un principio, tiene miedo de que los vean e intenta alejarse de él, luego lo rechaza cuando va a besarla, pero termina cayendo en la red sentimental que este le tiende al preguntarle “¿Y Elvira?” confirmándole sin pretenderlo que lo ama.
A partir de este momento, Fernando se crece; no obstante, procura asegurarse de que Urbano tampoco es un obstáculo entre ambos (¿Y Urbano?). Carmina sigue jugando con la ironía (Estoy loco por él) que atempera con la exclamación (Tonto) para devolverle la seguridad.
La segunda parte del texto inicia con la acotación escénica en que se nos infor ma de que Fernando la abraza. Con Carmina ya segura entre sus brazos, le confiesa su hastío ante el ambiente generalizado de miseria física y m oral en el que viven; a continuación, le ruega que lo apoye con su cariño para huir de la presente situación y, finalmente, le relata lo que pretende hacer con su vida afectiva (para entonces ya serás mi mujercita) y su vida profesional (aparejador, ingeniero, poeta...). Mediante el uso del futuro (me haré, ganaré, viviremos, publicaré), de los marcadores temporales (primero, para entonces, dentro de cuatro años, para entonces...) y del in crescendo progresivo de la narración, el autor remeda el conocido Cuento de la lechera, para hacer evidente que todo ello no es más que un sueño que terminará como el de la protagonista del cuento.
Efectivamente, cuando los dos enamorados están en el momento de mayor intensidad emocional, que se refleja en la acotación (extasiada), en las palabras de Carmina (¡qué felices seremos!) o el vocativo (¡Carmina!) de Fernando, que tiene un valor exclusivamente emotivo, la escena queda interrumpida por la leche que se derrama “estrepitosamente” -destaquemos ese largo adverbio para subrayar el ruido de la lechera que se cae-. Una premonición de lo que sucederá en el resto de la obra.
Así pues, el autor para finalizar esta escena, que es también el final del primer acto, establece un marcado contraste entre la progresiva gradación o clímax anterior y el anticlímax que se produce al derramarse la leche; de este modo, nuestros personajes pasarán de repente del éxtasis al asombro (temblorosos, asombrados), remarcado más aún por la caída del telón.
De este final se deduce que a Fernando le sucederá lo mismo que a la lechera del cuento, todas sus ilusiones se vendrán abajo con los años, como luego se confirmará en la obra. Todos los personajes, como ya hemos dicho antes, fracasarán, incluidos sus hijos, como se intuye por el ya citado paralelismo final.
En conclusión, es la obra de la frustración y del fracaso, de la que se pueden hacer dos lecturas, una más general de carácter existencial y otra, más concreta e inmediata en el tiempo, de carácter social. Sin esta ambigüedad de símbolos y metáforas que la obra contiene, probablemente no se hubiera podido estrenar. Pero Buero lo consiguió y seguiría estrenando con regularidad por esa capacidad suya para sortear la censura mediante alegorías, metáforas, símbolos o incluso al trasponer, en sus dramas históricos, el presente a otras épocas, siguiendo esa tendencia que se denominaría Posibilismo.

Tanto la poesía como la narrativa se escriben para ser leídas individualmente; por contra, el género dramático implica una colectividad de personas que se reúnen en un teatro para asistir a la representación de una obra. Quizá esa fuera la razón por la que la censura franquista se ensañó más con el teatro que con otros géneros. Mientras en narrativa ya en 1942 se publicaba la primera novela que expresaba el malestar social de la época, La familia de Pascual Duarte de Cela, y la primera obra lírica dos años más tarde, Hijos de la ira de Dámaso Alonso, habría que esperar a 1949, para que, con Historia de una escalera, se estrenase una drama de semejantes características. En ello, pues, reside la especial significación de esta obra.

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