Dentro
de las concepciones dramáticas que van a caracterizar el s. XX cabe destacar
las de Bertolt Brecht y Antonin Artaud. Así mismo, haremos referencia a otra
corriente que surge a mitad de siglo: el teatro del absurdo.
1. Bertolt Brecht (1898-1956) comienza su carrera dramática con “La
ópera de cuatro cuartos” en los años 20, pero sus obras más importantes
coinciden con los años del nazismo: siendo judío y marxista, Brecht tuvo que
marcharse al exilio, donde escribió –entre 1935 y 1945- piezas como “Madre
Coraje”, “El círculo de tiza caucasiano”, etc.
a)
El contenido de sus obras es de denuncia social, muestra la injusticia en un
mundo dominado por la explotación y el dinero.
b)
En cuanto a su concepción escénica, sus obras son parábolas que encierran un
sentido crítico, pero es el espectador quien debe sacar la lección. Frente al
teatro que pretende hacer vivir unos
conflictos al público, Brecht se propone “distanciar” al espectador de lo que
sucede en el escenario, para mantener alerta su capacidad de reflexión y de
crítica.
¿Cuáles
son los recursos de distanciamiento? A veces, anticipa lo que va a suceder,
para que el espectador no esté pendiente del desenlace; rompe la acción por
medio de canciones, en las que se invita al público a pensar; hace aparecer
carteles con reflexiones; convierte a un actor en juez de su personaje…A ello
cabe añadir una escenografía antirrealista, incluso con la tramoya al
descubierto, uso de máscaras, exageración de la teatralidad de los actores,
etc.
2.
Antonin Artaud (1896-1940),
actor y director pero no autor, estuvo en contacto con los surrealistas. Su
concepción escénica se basa en varios presupuestos:
a)
Rechazo de la primacía del texto. El texto es sólo un elemento que se puede
combinar o modificar junto con otros elementos como luces, sonidos, danza,
mimo, etc. Se llega así a la idea de un “espectáculo total”.
b)
El teatro vuelve a ser lo que fue en sus
orígenes: rito, celebración. De ahí que lo mágico o irracional irrumpa en el
escenario, invitando al espectador a liberarse, a “purgarse”, en el sentido de
la “catharsis” griega.
c)
El espectador ha de ser activo, sacudido, provocado por imágenes violentas (de
ahí la expresión “teatro de la crueldad”) para sacarlo de su confortable
posición tradicional y obligarlo a participar en una nueva forma de
comunicación o comunión. En esta línea de teatro total estarían los
“happenings”, el teatro improvisado en el que los espectadores son actores.
Esta
corriente influirá en el teatro espectáculo de muchos grupos de teatro
independiente que surgen en los años 70, sobre todo en Cataluña.
3. No podemos olvidar una tercera
tendencia: el teatro del absurdo,
que se desarrolló en Francia con Ionesco (de origen rumano) y Beckett
(irlandés). Dos facetas han de distinguirse en él: su concepción del mundo y su
novedad formal.
a)
Por su concepción del mundo, este teatro enlaza con los enfoques del
existencialismo de posguerra. Los temas son los característicos: el hombre
perdido en un mundo absurdo, la angustia ante el tiempo, la muerte o la nada,
la soledad, la incomunicación. Se presenta la vida como una burla trágica.
b)
Su novedad formal consiste en la presentación absurda del absurdo. Se muestran
situaciones ilógicas, acciones incoherentes, personajes vacíos en un marco
insólito, todo ello símbolo del absurdo existencial. En su tratamiento se
mezclan lo grotesco y lo trágico. A ello se añade un lenguaje igualmente
absurdo: frases sin sentido, balbuceos, incoherencias, banalidades…Es un lenguaje
que parece inservible para comunicarse o para explicar racionalmente el mundo.
En resumen, este teatro pretende mostrar el absurdo de la existencia no
hablando de ello sino haciéndolo sentir con recursos estrictamente teatrales.
Un
ejemplo de este teatro sería “Esperando a Godot” de Beckett; en ella dos
personajes (clochards) esperan la llegada de ese Godot del que nada se sabe y
que no llegará; mientras tanto hablan, tratan de entretenerse, se tropiezan con
extraños personajes, proyectan suicidarse.
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