El misterio que usaba conmigo la señora Engracia no me podía agradar.
– ¡Déjeme pasar!
– ¡No pases!
– ¿Por qué?
– ¡Porque no!
– ¡Ésta es mi casa!
– Ya lo sé, hijo; por muchos años… Pero no puedes pasar.
– ¿Pero por qué no puedo pasar?
– Porque no puede ser, hijo. ¡Tu mujer está mala!
– ¿Mala? -Sí.
– ¿Qué le pasa?
– Nada; que abortó.
– Sí; la descabalgó la yegua…
La rabia que llevaba dentro no me dejó ver claro; tan obcecado estaba que ni me percaté de lo que oía.
– ¿Dónde está la yegua?
– En la cuadra.
La puerta de la cuadra que daba al corral era baja de quicio. Me agaché para entrar; no se veía nada.
– ¡To, yegua!
La yegua se arrimó contra el pesebre; yo abrí la navaja con cuidado; en esos momentos, el poner un pie en falso puede sernos de unas consecuencias funestas. -¡To, yegua! Volvió a cantar el gallo en la mañana.
– ¡To, yegua!
La yegua se movía hacia el rincón. Me arrimé; llegué hasta poder darle una palmada en las ancas. El animal estaba despierto, como impaciente.
– ¡To, yegua!
Fue cosa de un momento. Me eché sobre ella y la clavé; la clavé lo menos veinte veces…
Tenía la piel dura; mucho más dura que la de Zacarías… Cuando de allí salí saqué el brazo dolido; la sangre me llegaba hasta el codo. El animalito no dijo ni pío; se limitaba a respirar más hondo y más de prisa, como cuando la echaban al macho.
1.- Tema y resumen.
2.- Estructura externa e interna.
3.- Comentario.
Preguntas lingüísticas:
1.- Escriba cuatro frases en las que quede clara la diferencia entre "porque", "porqué", "por que" y "por qué".
2.- Indique el femenino de los siguientes sustantivos masculinos:
caballo, toro, príncipe, rey, tigre, león, juez, marido, hombre, varón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario