martes, 28 de febrero de 2017

La narrativa de los años 40: "La familia de Pascual Duarte" de Cela.

Lee el siguiente fragmento de esta novela:



Un día la llamé, a Lola, para decirla:
– Puedes estar tranquila.
– ¿Por qué?
– Porque a la señora Engracia nadie la ha de llamar.
Lola se quedó un momento pensativa, como una garza.
– Eres muy bueno, Pascual.
– Sí; mejor de lo que tú crees.
- Y mejor de lo que yo soy.
– ¡No hablemos de eso! ¿Con quién fue?
– ¡No lo preguntes!
– Prefiero saberlo, Lola.
– Pero a mí me da miedo decírtelo.
– ¿Miedo?
– Sí; de que lo mates.
– ¿Tanto lo quieres?
– No lo quiero.
– ¿Entonces?
– Es que la sangre parece como el abono de tu vida…
Aquellas palabras se me quedaron grabadas en la cabeza como con fuego, y como con fuego grabadas conmigo morirán.
– ¿Y si te jurase que nada pasará?
– No te creería.
– ¿Por qué?
– Porque no puede ser, Pascual, ¡eres muy hombre!
– Gracias a Dios; pero aún tengo palabra.
Lola se echó en mis brazos.
– Daría años de mi vida porque nada hubiera pasado.
– Te creo.
– ¡Y porque tú me perdonases!
– Te perdono, Lola. Pero me vas a decir…
– Sí.
Estaba pálida como nunca, desencajada; su cara daba miedo, un miedo horrible de que la desgracia llegara con mi retorno; la cogí la cabeza, la acaricié, la hablé con más cariño que el que usara jamás el esposo más fiel; la mimé contra mi hombro, comprensivo de lo mucho que sufría, como temeroso de verla desfallecer a mi pregunta.
– ¿Quién fue?
– ¡El Estirao!
– ¿El Estirao?
Lola no contestó.
Estaba muerta, con la cabeza caída sobre el pecho y el pelo sobre la cara… Quedó un momento en equilibrio, sentada donde estaba, para caer al pronto contra el suelo de la cocina, todo de guijarrillos muy pisados…
                            ******************************************************************************************************



No hay comentarios:

Publicar un comentario